Dos
miembro del club, el nuevo presi Don Carlos Bermúdez (Pely) y un servidor,
hicimos caso omiso a las supersticiones y dedicamos el primer Martes 13 del año
a realizar un pequeño entrenamiento. Yo por mi parte, después de meses sin
pisar la arena, ansiaba volver a sentir el tacto de mis cañas, el girar de la
manivela del carrete y esos 0,14 pasando entre las anillas sin saber lo que
viene en el otro extremo. El Pely por la
suya no dudó en acompañarme.
Con un
parte meteorológico adverso (nubes, olas de 4,5 metros y rachas de viento de 25
nudos de componente O) y siendo conscientes de que por las Rías Baixas se
estaba moviendo poco el pescado, decidimos buscar el abrigo de Punta Estaca de
Bares y pescar en una de las pocas playas gallegas con orientación al Este.
Elegido el escenario, solo quedaba desempolvar las cañas y carretes, cargar el
coche con los equipos y dirigirnos al destino con algo de incertidumbre pero
con la esperanza de que las previsiones se cumplieran y pudiéramos pescar más o
menos cómodos.
Al
llegar, una buena ola rompía cerca del cachón y a partir de ahí todo era
tranquilidad; el verdadero mar estaba a la vuelta del citado cabo. Quitando alguna
racha fuerte de viento que hasta tumbó el carro del pely y un par de momentos
de lluvia muy intensa, por lo demás tarde agradable y playa pescable en líneas
generales.
Tras
colgar diferentes bajos en las respectivas perchas, abundando tres de 90 con
bollitas fluo y naranjas, comenzamos a pescar siendo aún de día. Las picadas
eran muy tímidas, solamente algunas chepas pequeñas difíciles de detectar y que
el Pely puso en seco – de momento ni rastro de peces de medida- . Al caer la
noche conseguí mi primera captura a base de dejar las cañas pescar: una mojarra
peleona que no dio la medida por un centímetro. A renglón seguido y en la otra
caña, una bonita jurela: parecía que la cosa se animaba!
Continuamos
pescando intentando variar distancias y aparejos, algo que al Pely le dio buen
resultado, pues decidió poner un aparejo 2L con rastreras y lanzarlo a media
distancia, táctica con la que consiguió una bonita herrera. Esta especie,
aunque no muy abundante en la provincia coruñesa, parece querer ir tomando un mayor
protagonismo año tras año en la costa lucense.
Aun
así, las picadas no eran abundantes, si bien es cierto que se sucedían tras
intervalos de tiempo bastante regulares. Por mi parte, tuve la suerte de
localizar el banquito de jureles y sacar otro par de ellos de tamaño similar al
primero. Por la misma zona, pude sacar también dos bogas y completar mi bodegón
con un pequeño congrio que hizo las delicias de las pocas gametas que lancé al
mar sin bollitas y con un par de gavilanes enfilados.

Llegadas
las 23:30, decidimos recoger los puestos y dar por finalizada una jornada de
pesca en buena compañía, no demasiado productiva pero entretenida, sin poder
pedir tampoco mucho más teniendo en cuenta la fecha y las condiciones
meteorológicas.
SALUDOS
A TOD@S Y BUENA PESCA!!!!
PUPILO.